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La Otra Piel sugiere una reflexión acerca del mundo de la joyería contemporánea, y pretende abrir un camino a un nuevo modo de interpretación de la misma, tanto desde su concepción creativa como desde su uso personal.

Establece nexos entre lo que entendemos por joyería y el mundo del arte, dando lugar a diversos planteamientos que pueden salirse de lo común. La combinación con otras disciplinas artísticas como es el ensamblaje, la utilización de objetos encontrados, así como la diversificación de los materiales de los que se nutre, despiertan un interés inusitado y un campo inexplorado para dar rienda suelta a la creatividad, atendiendo a patrones relativos al discurso artístico existente.

La obra revela una predilección especial por mostrar la naturaleza de los materiales, sin artificios, atenuado por el trabajo manual que, de un modo sutil, combina y selecciona cada parte del proyecto, buscando el equilibrio tanto a nivel compositivo como sensorial. Se evidencia un claro contraste con el acabado pulido de las joyas, y se enfatiza el afán por obtener esa buscada antítesis entre las partes que conforman la obra.

El entorno natural se halla presente en las piezas: la joya se fusiona con el paisaje, los objetos reciclados empleados en la obra configuran una reinterpretación de la naturaleza y con determinados entornos conocidos durante el transcurso de la carrera. Emplazamientos concretos de los que he extraído una ínfima pero representativa parte para su realización. De este modo, algunas de las joyas constituyen auténticos ensamblajes “para llevar”, trasladando la variada procedencia de los objetos que les dan forma. El concepto de ensamblaje es por tanto uno de los factores integrantes de La Otra Piel, teniendo repercusión tanto en las piezas de joyería como en la obra en su totalidad.